La Alianza del Pacífico es una iniciativa de
integración regional cuyo Acuerdo Marco fue suscrito el 6 de junio de
2012 por Chile, Colombia, México y Perú. Sus objetivos incluyen
construir un área de integración que incluirá la libre circulación de
bienes, servicios,
capitales y personas entre los Estados miembros; impulsar un mayor
crecimiento, desarrollo y competitividad de las economías de las Partes;
y, establece el Acuerdo, "convertirse en una plataforma de articulación
política, integración económica y comercial, y proyección al mundo, con
énfasis en la región Asia-Pacífico".
En la actualidad otros dos países latinoamericanos, Costa Rica
y Panamá, son candidatos a miembros de la Alianza y nueve países de la
región tienen el estatuto de observador: Costa Rica, Ecuador, El
Salvador, Guatemala, Honduras, República Dominicana, Panamá, Paraguay y
Uruguay. Esta lista es interesante, tanto por los Estados incluidos en
ella como por las ausencias.
Los países de la Alianza del Pacífico comparten un
enfoque de regionalismo abierto a los países que no pertenecen al
acuerdo básico (a diferencia del Mercosur que parece estar empeñado en
un autodestructivo regionalismo cerrado al mundo exterior) y su énfasis,
determinado por su posición geográfica, además de un sensato interés
económico, en proyectarse a los demás países de la Cuenca del Pacífico.
Un ejemplo de la estrategia de regionalismo abierto es
la red de tratados de libre comercio negociados por Chile, los que
incluyen acuerdos con Japón, China, los Estados Unidos, Corea y Australia. En América Latina, Chile tiene acuerdos de ese tipo con: Panamá, México, Costa Rica,
El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Perú y Colombia. La
Alianza para el Pacífico, entonces, forma parte de un metódico esfuerzo
de sus países miembros para construir un amplio espacio económico, que
los ponga a resguardo y les asegure el acceso a los mercados que
necesitan para desarrollar su economía y mejorar la calidad de vida
de sus ciudadanos.
El eje en torno al cual gira la economía global cambia.
Durante siglos fue el Mediterráneo. A partir de la expansión portuguesa
a lo largo de la costa africana, en la primera mitad del siglo XV,
se trasladó al océano Atlántico. Ahora, se desplaza al océano
Pacífico.
El desarrollo del comercio entre los países de la
cuenca de ese océano está impulsando la formulación de acuerdos de
integración de diferentes tipos entre ellos. A fines de octubre se
reunieron en Sydney, Australia, los representantes de Australia, Brunei,
Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Perú,
Singapur y Vietnam para avanzar en las negociaciones para el Acuerdo
Trans-Pacífico de Asociación Económica.
En un nivel bilateral, Australia y China acaban de
completar las negociaciones para un acuerdo de libre comercio que,
proclamó el gobierno australiano, asegurará a los exportadores de ese
país un acceso sin precedentes a la segunda economía en tamaño
mundial. Nueva Zelanda suscribió un acuerdo de ese tipo con China en el
año 2008.
Australia ya tenía acuerdos de libre comercio con
Corea, Estados Unidos, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur,
Tailandia y los países de Asean. Ahora se suma China (Corea, Japón y
China representan más del 61% de las exportaciones de bienes de
Australia).
como resultado del tratado, quedará liberado más del 85% de las
exportaciones de bienes de Australia a China. Incluyendo los embarques
de productos lácteos, carne vacuna y ovina, vinos y productos de la
granja. Son ventajas importantes para la agricultura australiana. En dos
sentidos: primero, el tratado mejora considerablemente su acceso al
enorme mercado chino; segundo, las exoneraciones les darán a sus
productos un margen de ventaja sobre los de sus competidores en países
que no tengan acuerdos similares con China.
Este es el camino de los países inteligentes. Esperemos que Uruguay se sume de una vez por todas.